Marcos para la acción colectiva en exguerrilleros de FARC-EP: Tierra Grata y Pondores (2017-2019)

Frames for Collective Action in Former FARC-EP Guerrillas: Tierra Grata and Pondores (2017-2019)

Diana Rico Revelo ricod@uninorte.edu.co 1

Jairo Estrada Álvarez jhestradaa@unal.edu.co 2

Angélica Rodríguez Rodríguez angrodriguez@uninorte.edu.co 1

1 Universidad del Norte de Barranquilla

2 Universidad Nacional de Colombia

ISSN: 1130-2887 - eISSN: 2340-4396

DOI: https://doi.org/10.14201/alh.27561

Envío: 2021-11-06

Aceptado: 2022-03-23

First View: 2022-10-05

Publicación: 2022-11-22

RESUMEN: Este trabajo ha tenido como propósito indagar sobre las motivaciones para participar en la insurgencia y en acciones colectivas posteriores al Acuerdo de paz-2016; con el fin de conocer continuidades y reconfiguraciones en marcos para la acción colectiva de injusticia, identidad y eficacia. Mediante un estudio cualitativo con 24 exguerrilleros líderes de iniciativas colectivas en los ETCR del Caribe colombiano (2017-2019), se evidencian sinergias entre estos marcos en función de la construcción de paz desde lo local.

Palabras clave: acción colectiva; injusticia; identidad; eficacia; exguerrilleros

ABSTRACT: Through a qualitative study with 24 ex-guerrilla leaders of collective initiatives in the ETCRs of the Colombian Caribbean (2017-2019), we inquired about their motivations to participate in the insurgency and collective actions after the peace agreement-2016, to understand continuities and reconfigurations in frameworks for collective action regarding injustice, identity, and effectiveness. Evidence suggests synergies between these frameworks in terms of peacebuilding from the local level.

Keywords: collective action; injustice; identity; efficacy; ex-guerrillas

I. introducción

La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) sostuvo una confrontación armada con el Estado colombiano durante medio siglo (1964-2016). En este período, forjó una cultura fariana (Samacá, 2017; González, 2020) mediante ideas, valores y actitudes de una cosmovisión alterna (Mina, 2017) en un entorno social altamente desigual[1]. Esta organización guerrillera representó, en la mayoría de los casos, el único agente de socialización legítimo para sus integrantes (Pécaut, 2008; Rochlin, 2020); y desplegó una agencia civil con objetivos a largo plazo mediante el control territorial (Arjona, 2016). En áreas rurales desempeñó funciones de Estado, con importantes niveles de legitimidad en diferentes zonas marginadas con débil o nula presencia estatal, salvo la presencia militar (Aristizábal, 2004; Ortiz, 2008). Al tiempo que actuó como ejército, desplegó una capacidad de regulación de relaciones sociales y asumió forma de Estado (CHCV, 2015; Vélez, 2017).

En el año 2016, el gobierno de Juan Manuel Santos firmó el Acuerdo de paz con las FARC-EP, que estableció rutas para la reincorporación individual y colectiva de los excombatientes. Una vez culminada la dejación de armas, 13.394 exguerrilleros se acreditaron para continuar con su proyecto político y social en el orden constitucional y legal vigente (ONU, 2020). A nivel político, se conformó el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), en el año 2017, que desde febrero del 2021 cambió su nombre a COMUNES. A nivel social, tras la localización inicial en 27 puntos y zonas transitorias de normalización, la reincorporación ha derivado en una diáspora exguerrillera que situó a quienes integraron las FARC-EP en los principales centros urbanos, en 93 Nuevas Áreas de Reincorporación (NAR) y en 23 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) (Figura 1).

FIGURA 1. ETCR de las FARC-EP (2017-2019)

Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación

Fuente: Agencia para la Reincorporación y la Normalización (s. f.).

La ubicación de estos espacios fue una decisión consensuada entre los negociadores de las FARC-EP y del gobierno de Santos, para que la reincorporación colectiva fuese en zonas donde esta guerrilla tenía presencia durante el conflicto interno armado; con el fin, entre otros, de reorientar conocimientos del trabajo colectivo en la guerrilla y resignificarlos en la vida civil. Este es el caso de exguerrilleros asentados en los ETCR de Pondores en La Guajira y de Tierra Grata en Cesar[2], quienes pertenecían al Bloque Caribe, conocido como Martín Caballero.

II. Contexto de transición a la vida civil

La transición a la vida civil después de la firma del Acuerdo de paz se sitúa entre la ubicación de guerrilleros en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y su posterior conformación como Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en 2019. Ese proceso se ha adelantado en un contexto donde se destacan los siguientes aspectos:

Primero, la transición a la vida civil se concibió integrada a los diferentes puntos del acuerdo desde una perspectiva de paz con enfoque territorial, buscando que los nuevos rasgos que asumían los exguerrilleros durante la transición, condujeran a su participación activa en la construcción de la paz y el desarrollo local. El Acuerdo de paz expresa el propósito de movilización colectiva de la extinta fuerza guerrillera en la medida en que, por una parte, contiene disposiciones precisas para el tránsito de las FARC-EP a partido o movimiento político legal (punto 3.2.1) en lo concerniente a la reincorporación política y, por la otra, busca promover un proceso de reincorporación económica colectiva a través de la constitución por parte de las FARC-EP de una organización de economía social y solidaria, denominada Economías Sociales del Común (ECOMÚN) (punto 3.2.2.1).

Segundo, es evidente la pretensión de superar la visión estatal hasta entonces predominante de la Desmovilización-Desarme-Reintegración (DDR), utilizada como parte de la estrategia contrainsurgente especialmente en la primera década de este siglo; lo cual se expresa entre otros en la definición de la «reincorporación de las FARC-EP a la vida civil en lo económico, lo social y lo político (punto 3.2) y en que la expresión «DDR» no es utilizada en ninguna parte del acuerdo. La reincorporación no se define como desmovilización pues se considera que la extinta guerrilla continuará en movilización en la vida civil; no se acepta el concepto de desarme y en su lugar se introduce la «dejación de armas»; y a cambio de la expresión «reintegración» se adopta el término reincorporación con el que se pretende aproximar un entendimiento del proceso en términos de «normalización» guerrillera. Ello se expresa en los nuevos diseños institucionales que en la fase temprana de la implementación atendieron la demanda guerrillera de redefinir la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) hacia la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN). Lo anterior, sin prejuicio del reconocimiento del carácter individual que también posee el proceso de reincorporación (Estrada, 2020).

Tercero, aunque se produjeron importantes desarrollos normativos como producto del acuerdo, las respuestas estatales a la reincorporación reflejan una respuesta institucional insuficiente para enfrentar las demandas propias de ese proceso, expresada entre otras en la inexistencia de un plan integral de reincorporación. Su materialización –además de lenta– no se ha caracterizado por la comprensión de la complejidad del proceso (FIP, 2019b; Kroc Institute, 2019; Cinep-Cerac, 2020; ONU, 2020). La mayoría de las prestaciones individuales han tenido la debida atención (renta básica, asignación única de normalización, afiliación al sistema de seguridad social, entre otros); pero no ha ocurrido lo mismo con el componente colectivo, especialmente en su dimensión socioeconómica (acceso a la tierra, proyectos productivos, entre otros).

Cuarto, la implementación del acuerdo ha ocurrido en medio de una aguda contienda política, donde las visiones contrarias a lo pactado en La Habana han jugado un papel fundamental con la llegada a la presidencia de la República de Iván Duque en agosto de 2018. Su gobierno ha optado por una particular interpretación del acuerdo, que, además de afectar la integralidad del proceso de implementación, se ha sustentado en una redefinición de facto de lo acordado argumentando un presunto margen de apreciación según se aprecia en la política denominada de Paz con legalidad (Presidencia de la República, 2018)[3]. A ello se adiciona la persistente oposición y el accionar de sectores que se ubican a la derecha del espectro político, especialmente de la bancada parlamentaria del Partido del Centro Democrático. Por otra parte, al mismo tiempo, junto con el sostenido respaldo internacional, se ha apreciado una creciente aprehensión social del Acuerdo de paz, que incluye el apoyo de sectores significativos del Congreso de la República y del movimiento social y ciudadano, al punto que la implementación integral del acuerdo ha sido incorporada en su agenda como se evidenció en el paro del 28 de abril de 2020 y la revuelta social de los meses subsiguientes.

Quinto, los exguerrilleros y exguerrilleras se han visto enfrentados a la falta de garantías de seguridad (Procuraduría General de la Nación, 2018; CSIVI, 2019; FIP, 2019b; ONU, 2019; CSIVI, 2020a; Rojas, 2020; Ospina, 2021), debido a la insuficiente acción del Estado y la continuidad de las violencias en territorios dejados por las FARC-EP por accionar de diferentes organizaciones armadas ilegales (Indepaz, 2020), lo cual se expresa en el asesinato de líderes y lideresas sociales (cerca de 1.200) y de firmantes del acuerdo (Birke y Kurtenbach, 2021), en cifra que al inicio de 2022 superaba los 300, así como en la continuidad de las desapariciones y del desplazamiento forzado. Junto con ello, se advierten la estigmatización (Rico y Estrada, 2021) y las limitaciones para la «normalización» socioeconómica, incluidas las limitaciones para su vinculación laboral (Hernández et al., 2021). Aun bajo estas condiciones, se registran acciones colectivas de exguerrilleros que despliegan una gobernanza para la paz basada en la cooperación con actores sociales y políticos locales alrededor de metas comunes (Acosta, 2021; ONU, 2021), a lo cual se agrega su accionar político a través de diversas expresiones político-organizativas que entre tanto trascienden el partido COMUNES. En todo caso, son reiteradas las manifestaciones públicas de su compromiso con la implementación del acuerdo y de su disposición de cumplimiento con lo que les corresponde.

Sexto, con contadas excepciones, dentro de las cuales sobresalen los avances del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, disposiciones del acuerdo referidas a reforma rural integral, participación política, solución al problema de las drogas ilícitas y garantías de seguridad no se han implementado y se encuentran pospuestas (Estrada, 2021). También se agregan problemas severos de financiación, como ha sido advertido por la Contraloría General de la República, cuyos análisis indican que, al ritmo actual, la implementación se prolongaría 11 años más frente a los 15 inicialmente previstos (CGR, 2021).

En ese contexto, conocer motivaciones de exguerrilleros y exguerrilleras para participar en acciones colectivas en los ETCR de Pondores y Tierra Grata es altamente relevante para identificar marcos para la acción colectiva durante la transición a la institucionalidad democrática. Este estudio no tiene alcances explicativos sobre la participación en acciones colectivas de exguerrilleros de las FARC-EP en todo el país, ni sobre el accionar del partido político creado en el posacuerdo que actualmente se denomina COMUNES.

III. Marcos para la acción colectiva

Los marcos para la acción colectiva (MAC) son procesos de interpretación colectiva que legitiman y motivan la participación en movimientos sociales (Benford, 2013; McAdam, 2017; Snow et al., 2007). Gamson (1992/2011) propone los marcos de injusticia, identidad y eficacia como dimensiones prototípicas para analizar los MAC; no obstante, estudios posteriores presentan vínculos de estos marcos con orientaciones emocionales y morales (Jasper, 2011/2018; Vilas et al., 2016; TurnerZwinkels et al., 2017; Rico et al., 2017; Sabucedo et al., 2018; Cohen-Chen y Van Zomeren, 2018; Sabucedo et al., 2019; Klavina y Van Zomeren, 2020; Mironova y Witt, 2020; Sinha, 2020).

III.1. Marco de injusticia

El marco de injusticia comprende los sentidos colectivos que definen acontecimientos como problemáticos y envuelven sentimientos de indignación (Gamson, 2011; Van Stekelenburg y Klandermans, 2013). De este modo, las personas experimentan procesos de liberación cognitiva (Hunt et al., 2001), entendidos como una transformación de conciencia que trasciende el pensamiento fatalista, advierte la pérdida de legitimidad del sistema y conduce a que los participantes comiencen a exigir cambios.

Los contenidos de este marco se asocian con percepciones de injusticia, a partir de las cuales las personas definen posibles responsables (Gamson, 1992, 2011). Aunque la injusticia no siempre conduce a la movilización (Vilas et al., 2016), es puente para la creación de otros marcos e interactúa con estos en función de la acción (Thomas et al., 2019).

III.2. Marco de identidad

El marco de identidad se gesta mediante el intercambio de ideas y experiencias que orientan la comprensión común de una situación (Olsen, 2014). Así, elaboran narrativas que justifican valores e intereses compartidos sobre modos de ver la vida, que guían la interacción endogrupal (Flesher, 2018), como una suerte de cosmovisión que interioriza los intereses compartidos y forja su identidad (Blanco et al., 2005). Esta cosmovisión define características comunes de los integrantes del grupo (protagonistas), que sobresalen cuando las personas se movilizan a nombre del colectivo (Klandermans, 2014; Droogendyk y Wright, 2017).

La delimitación de características propias del endogrupo, es decir, de un «nosotros», se hace mediante la diferenciación con exogrupos y, a partir de ello, las personas tienden a valorar positivamente su pertenencia grupal en comparación con otros grupos de referencia (Van Stekelenburg y Klandermans, 2017). Por lo tanto, quienes hacen parte de un colectivo experimentan emociones y valores positivos que fortalecen su sentido de pertenencia grupal (Jasper, 2011, 2018).

La configuración de los protagonistas se elabora en función de los campos identitarios de los antagonistas y de las audiencias (Benford, 2013). Los antagonistas son aquellos ante quienes se hacen los reclamos o son considerados responsables del problema. Las audiencias son grupos externos neutrales, observadores o simpatizantes (Klavina y Van Zomeren, 2020). Estos campos se definen según el contexto que, además, permea los motivos y las formas de la protesta social (Klandermans, 2015; Van Zomeren et al., 2019; Smith et al., 2019).

En contextos de tensión política, algunas movilizaciones sociales pueden desarrollar una politización de la identidad colectiva que entra en sinergia con el clima emocional (Vilas et al., 2016). En estos casos, los activistas pueden actuar por motivos morales (TurnerZwinkels et al., 2017) y por reivindicaciones económicas, culturales o políticas (Simon et al., 2018). Asimismo, la politización de la identidad colectiva puede producir cambios en la interacción entre opositores y aliados; y también busca la participación en un entorno social y político más amplio, propiciando una doble identificación que es más probable entre los grupos mayoritarios que minoritarios (Klandermans, 2014), porque está asociada al compromiso con el alcance esperado de la movilización (Simon, 2011).

III.3. Marco de eficacia

El marco de eficacia alude a la creencia de los participantes sobre la modificación de «condiciones o políticas a través de la acción colectiva» (Gamson, 2011, p. 464), avivando su autorreconocimiento como agentes sociales influyentes. El principio central de la capacidad de agencia es la convicción de que a través de la acción colectiva se puede transformar una situación considerada perjudicial (Gamson, 2011; Becker y Tausch, 2015).

Igualmente, la literatura define eficacia interna y externa. La primera es la creencia sobre la capacidad personal de incidir en las metas del colectivo. Al respecto, la disponibilidad biográfica juega un papel importante porque refiere aspectos sociodemográficos que facilitan la acción colectiva (McAdam, 2017); mientras que la segunda enfatiza la implicación grupal en la obtención de metas colectivas.

En este sentido, la eficacia también está relacionada con logros y acciones para el cumplimiento de fines comunes. Que pueden ser morales cuando las personas actúan en defensa de aquello que consideran correcto (Jasper, 2018; Sabucedo et al., 2018; Sabucedo et al., 2019; Klavina y Van Zomeren, 2020). En estos casos, la acción colectiva es gratificante por sí misma (Noguera, 2007). En contextos complejos, los logros percibidos pueden incorporar emociones positivas como la esperanza (Rico et al., 2017; Cohen-Chen y Van Zomeren, 2018), el optimismo y la tolerancia al riesgo (Mironova y Witt, 2020) y el orgullo (Jasper, 2011; Sinha, 2020).

IV. Metodología

Teniendo en cuenta que la naturaleza de la realidad observada en un estudio cualitativo de corte hermenéutico es subjetiva e intersubjetiva, se analizaron experiencias de exguerrilleros que lideran iniciativas colectivas[4] relacionadas con la reincorporación socioeconómica y política en Pondores y Tierra Grata en el año 2019. Los 24 participantes eran excombatientes de la base guerrillera sin rango en la estructura militar (11 mujeres y 14 hombres con una pertenencia a la organización guerrillera de entre 15 y 30 años).

IV.1. Procedimiento

Se aplicó una entrevista semiestructurada, que indagó por orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas alrededor de su movilización en dos tiempos diferenciados: antes y después del acuerdo. Las preguntas de la entrevista fueron:

En relación a su participación en la organización guerrillera de las FARC-EP:

¿Qué significaba para usted haber sido parte de la guerrilla de las FARC-EP?

¿Qué metas buscaba la organización guerrillera?

¿Qué emociones le generaba ser parte de esta guerrilla?

¿Podría dar ejemplos de logros de la organización guerrillera?

Ahora, en el contexto de reincorporación colectiva en el posacuerdo:

¿Qué significa para usted ser parte del colectivo exguerrillero?

¿Qué metas busca esta movilización social dentro de la institucionalidad colombiana?

¿Qué emociones experimenta como miembro del colectivo exguerrillero?

¿Podría dar ejemplos de logros del colectivo exguerrillero?

Los participantes autorizaron la grabación de las entrevistas y dieron su consentimiento del uso de los datos recolectados. Mediante la técnica de análisis de contenido apoyado en el software Atlas ti. 8.4.18., la primera fase de análisis fue mediante una codificación abierta por tres jueces expertos para identificar tendencias asociadas a categorías –injusticia, identidad y eficacia– en cada momento indagado. A continuación, se incluyen frases que aluden al contenido de las categorías.

Tabla 1. Categoría de injusticia

Momentos

Tendencias

MAC en la guerrilla

MAC en la transición

Desigualdad social-G

Desigualdad social y obstáculos de la reincorporación-T

«La gran desigualdad que hay aquí»

«La guerrilla peleaba por los pobres, por los campesinos que trabajan las tierras…»

«Dónde están representados los excluidos, los sin tierra…»

«No hace mucho leí… iban 127 excombatientes muertos… siguen los asesinatos»

«Llegamos acá con muchas cosas pactadas…, pero llegar aquí y no contar con proyectos productivos…»

Falta de legitimidad del Estado-G

Poca legitimidad de instituciones, actores y procesos políticos-T

«La guerra del Estado fue contra los humildes»

«En este país no hay democracia»

«Hay un incumplimiento total por parte del Gobierno»

Consciencia revolucionaria-G

Consciencia del cambio-T

«Éramos conscientes de nuestra lucha por transformar el país»

«Acceder al poder político para generar cambios»

«Nosotros no queremos más la guerra»

«La lucha sigue siendo la misma, transformar al país»

Fuente: elaboración propia.

Tabla 2. Categoría de identidad

Momentos

Tendencias

MAC en la guerrilla

MAC en la transición

Cosmovisión

G y T

«Rebelión armada como defensa de la vida…»

«Ideales justos»

«La meta siempre fue la toma del poder y luchar por el pueblo»

«Nosotros seguimos con los mismos ideales, pero ya políticamente»

«No queremos volver a las armas, la única arma es la palabra»

Autodefinición-Nosotros G y T

«Éramos soldados»

«Era algo de camaradería porque todo era de todos»

«Me enorgullece ser fariano»

«Nosotros como ciudadanos»

Audiencias

G y T

«Hablar con las comunidades»

«Mucha gente respalda nuestro movimiento»

«Nos sentimos parte de la comunidad civil»

«En los proyectos productivos hemos recibido más apoyo de la cooperación internacional que del Gobierno nacional»

Antagonistas

G y T

«Identificaba el enemigo fácilmente»

«La desinformación»

«Hay mucho enemigo de la paz»

«El Gobierno nos ha engañado»

«El enemigo es invisible»

Emociones ligadas a la pertenencia grupal

G y T

«Me llenaba de mucho orgullo»

«Me sentía contenta»

«Orgulloso de ser todavía fariano»

«Satisfacción es estar en la posición que estamos y seguir para adelante»

Principios militares

G y T

«Nos organizaban aquí a la militancia»

«Una disciplina férrea»

Resignificación de identidad-T

«Se siente como un poquito medio enredado»

«Aquí se estrella uno con muchas diferentes formas de vivir con la sociedad»

«Nuestra vida ha cambiado bastante»

Fuente: elaboración propia.

Tabla 3. Categoría de eficacia

Momentos

Tendencias

MAC en la guerrilla

MAC en la transición

Oportunidades para el desarrollo humano-G

«Aprendí muchas cosas dentro de la organización»

«Estudiábamos mucho»

«Universidad de la vida»

«La organización lo ubicaba donde podía dar más uno»

Acciones militares-G

«Cuando se daba un golpe al Ejército»

Rol de cuasi-estado-G

«Había necesidades, mirábamos las condiciones y nos quedábamos cerca»

«Donde había guerrilla no pasaba nada entonces uno se sentía seguro»

«Llegar a la población civil, organizarla y concientizarla»

Trabajo colectivo

G y T

«Para tener un orden dentro del campamento»

«Sin colectivo no somos nada»

«El deber de uno era aportar»

«Tenemos varias iniciativas de proyectos productivos»

«El colectivo es el que nos mantendrá en la paz»

«Con la esperanza de seguir trabajando, aquí hay una buena relación»

Acciones colectivas e incidencia social-T

«Ayudar a construir una sociedad»

«Seguimos luchando por ese pueblo a través de la palabra»

«Vamos hacer trabajo cívico»

Acciones colectivas e incidencia política-T

«Paso a un escenario político que es de gran importancia»

«El pacto para que haya la paz»

«Tener diez representantes nuestros en el Congreso colombiano»

«Hemos ganado la confianza de muchos países internacionales»

«Nuestro deber para construir paz es con la sociedad colombiana en su conjunto y no con el Gobierno»

Fuente: elaboración propia.

La segunda fase de análisis se realizó mediante un análisis comparado de MAC en la guerrilla y en la transición, para explorar continuidades y reconfiguraciones durante el pos­acuerdo, como se observa en las Figuras 1, 2 y 3.

Aunque el marco de desigualdad social es fuente de injusticia en los dos momentos, su orientación es diferente. En la guerrilla se expresa con denuncias producto de medidas capitalistas, falta de oportunidades para el desarrollo de todos los ciudadanos y violencia política. En la transición el marco se amplía debido a la inseguridad y a dificultades para satisfacer necesidades básicas porque ya no cuentan con la economía de la guerra. En este sentido, experimentan incertidumbre tanto en garantías de seguridad como en opciones socioeconómicas para reconstruir su proyecto de vida.

En cuanto al marco de legitimidad estatal, los repertorios en la guerrilla reflejan falta de legitimidad del Estado porque le atribuyen responsabilidad de problemas sociales, políticos y estructurales del país. Mientras que, en la transición, las narrativas se desplazan hacia poca legitimidad de instituciones, procesos y actores políticos. Además de mencionar la corrupción, expresan desconfianza en el gobierno y las instituciones políticas. Asimismo, experimentan insatisfacción con el incumplimiento del acuerdo por parte del gobierno.

Figura 1. Marcos de injusticia

Fuente: elaboración propia.

El marco sobre conciencia revolucionaria en la guerrilla estaba enfocado a la toma del poder del pueblo para el pueblo con la meta de transformar radicalmente la sociedad, pero, en la transición, se orienta a cambios sociales mediante procesos democráticos locales, que se conciben articulados con el proyecto político general formulado en el congreso fundacional del partido emergido del acuerdo. Que se define de transformación democrática y progresista del orden social existente.

En la guerrilla, el marco sobre cosmovisión alterna combinaba valores militares como orden, disciplina y obediencia con una cultura fariana caracterizada por solidaridad y cohesión grupal alrededor de una gran familia de camaradas. Durante la transición, este marco se reconfigura mediante narrativas democráticas asociadas a la construcción de paz.

Tanto en la guerrilla como en la transición, experimentan emociones positivas en su pertenencia colectiva, pero el significado emocional cambia en función del contexto. En la guerrilla sentían alegría por el cambio anhelado para el país, ilusión por la lucha, al igual que orgullo y honor. Durante la transición, experimentan optimismo por continuar con la movilización bajo el manto de la institucionalidad, alegría y satisfacción por la firma del acuerdo y orgullo por hacer historia con la implementación del mismo.

Figura 2. Marcos de identidad

Fuente: elaboración propia.

En los dos momentos definen un nosotros como personas en condición de desventaja socioeconómica, habitantes de zonas rurales, pertenecientes a grupos históricamente marginados (afrodescendientes, indígenas y campesinos)[5]. En la autodefinición del nosotros en la guerrilla, también señalan que eran soldados del ejército del pueblo; pero este rasgo es desplazado en la transición por actores sociales farianos[6] con características vinculantes al rol de ciudadanos.

En la guerrilla tenían una vida mayoritariamente colectiva de camaradería afines a lazos filiales fuertes y al tipo de relaciones propias de una comunidad. Pero en la transición la camaradería es percibida de forma parcial por los participantes, porque además realizan acciones individuales para el proyecto de vida personal y familiar; y reciben inputs de diversos agentes de socialización que hacen parte de la institucionalidad.

Adicionalmente, la identificación como militantes del Partido Comunista Clandestino en la guerrilla se reconfigura en la transición mediante el estatus de actores sociales y políticos reconocido en el acuerdo.

Figura 3. Marcos de eficacia

Fuente: elaboración propia.

Los antagonistas en la guerrilla eran el Estado, que, desde su perspectiva, organiza y reproduce el orden de dominación y explotación; el Ejército y la Policía; grupos armados de carácter paramilitar; y algunos medios de comunicación que proyectaban una imagen tergiversada de la guerrilla. En la transición cambia la definición de antagonistas: el gobierno nacional liderado por un partido político opositor al acuerdo; actores políticos de derecha que rechazan ideas comunistas y socialistas; líderes de opinión pública nacional que estimulan el odio y estigmatización hacia los exguerrilleros; y algunos medios de comunicación que no ofrecen información clara sobre la implementación del acuerdo. Los grupos paramilitares son antagonistas tanto en la guerrilla como en la insurgencia, pero, en el contexto de la reincorporación, la relación se percibe distinta porque los participantes dejaron las armas. Igualmente, emerge una imagen de enemigo alrededor de ciertos «actores sin rostro» con quienes no se entablan confrontaciones directas, pero a quienes se les atribuyen responsabilidades sobre amenazas y eliminación sistemática de exguerrilleros.

En relación a los marcos de audiencias, en los dos momentos refieren a la población civil rural que padece las consecuencias de la desigualdad social. Sin embargo, durante la transición hay reconfiguraciones en la interacción con estas audiencias; ahora, son más horizontales y abiertas, y los exguerrilleros tienen la oportunidad de llegar a otros sectores que pueden ser receptores positivos de sus mensajes. Además, en el posacuerdo también experimentan alteración en las relaciones con integrantes del Ejército y de la Policía, mencionan un trato respetuoso y una convivencia pacífica. Esta valoración coincide con reportes de los comités de seguridad de seguimiento al acuerdo (ONU, 2017), que no registran conflictos entre la fuerza pública y los exguerrilleros en Pondores ni en Tierra Grata.

Durante la transición, se observa una resignificación del ser fariano en el ámbito colectivo e individual, propiciada por circunstancias de la reincorporación. Al tiempo que se advierte una diversificación de los agentes de socialización (estatales y no estatales), por la acogida de un nuevo orden normativo (constitucional y legal) regulador de las relaciones sociales. Los repertorios en esta subcategoría de la identidad reflejan cambios ante las nuevas condiciones. Por ejemplo, la obediencia a la autoridad en la dinámica guerrillera se resignifica mediante prácticas individuales y colectivas vinculadas al rol de ciudadanos.

La guerrilla ofrecía oportunidades para que los exguerrilleros desarrollaran sus capacidades en función de los fines insurgentes. Los formaba en conocimientos y prácticas útiles para el desarrollo de la confrontación armada con el Estado colombiano y para el relacionamiento con comunidades y población civil. Esos aprendizajes eran vistos como una oportunidad para aprender a vivir la vida, le llamaban «la universidad de la vida». Las competencias desarrolladas eran encauzadas hacia la eficacia interna de su participación en la guerrilla. Algunos participantes afirmaron que se potenciaban sus talentos en función de las metas del colectivo. Este marco se transforma en la transición, porque las oportunidades para desarrollar capacidades dependen en gran medida de las condiciones y opciones que encuentren en la reincorporación, especialmente en su dimensión socioeconómica.

En la guerrilla percibían como éxito las acciones militares (de control territorial, aseguramiento de armas o implementos del enemigo, retenciones y bajas de la fuerza pública, operaciones militares contundentes, combates con paramilitares, entre otros); pero esta meta se desvirtúa durante la transición debido a la dejación de armas.

El marco vinculado a la función de Estado que la guerrilla llegó a cumplir en territorios en donde tenía presencia y ejercía control incluye regulación de relaciones sociales, apoyo a procesos organizativos de población civil desfavorecida, obras de infraestructura vial para la conexión en zonas marginales, pedagogía para la reforestación, gestión de recursos básicos como agua y energía, seguridad, orientación para el desarrollo sostenible, concientización de las masas y regulación de conflictos, ente otros rasgos percibidos como logros que les otorgaban legitimidad y reconocimiento entre la población civil. En contraste, las acciones colectivas en la transición se canalizan mediante procesos democráticos formales e informales con incidencia social y política, vinculadas al cumplimiento del acuerdo: esclareciendo la verdad de los hechos, peticiones de perdón, acciones de desminado, sustitución de cultivos ilícitos, autogestión de sus viviendas, entre otros.

En la guerrilla consideraban las acciones colectivas correctas según los parámetros éticos de la lucha por el pueblo y eran percibidas como un logro moral. Pero, en la transición, este logro se reconfigura bajo la convicción de continuar con un proyecto sociopolítico sin armas, mediante la deliberación en espacios para la gestión del territorio desde abajo.

Finalmente, mencionan que el trabajo colectivo en la guerrilla fue una estrategia eficaz para su supervivencia comunitaria y para la consecución de metas de la organización. Esta práctica tiene raíces históricas en acciones colectivas campesinas y en menor medida de pueblos étnicos. La guerrilla fue una comunidad que en su economía de guerra incorporaba altos niveles de autogestión, en diversos ámbitos, empezando por la satisfacción de necesidades básicas (alimentación y dotaciones personales), hasta los requerimientos que demandaba el accionar guerrillero (provisión de armas y de material de intendencia, sistema de salud, transporte, educación, entre otros). Además, las condiciones del desenvolvimiento de la guerra necesitaban de la ayuda y la cooperación mutua (Estrada et al., 2021). Por otra parte, su fundamentación político-ideológica («marxista-leninista») tendía a priorizar salidas colectivas sobre las individuales, con base en principios de división interna del trabajo afines a las necesidades de la organización guerrillera.

El trabajo colectivo adquiere otros rasgos en la transición, se reorienta a propósitos de continuidad de sus luchas bajo las nuevas condiciones de la reincorporación colectiva, mediante proyectos productivos autogestionados e iniciativas comunitarias.

V. DISCUSIÓN

El marco de injusticia se reconfigura durante la transición a la vida civil. Primero, se delimitan más procesos sociopolíticos problemáticos sobre efectos de la violencia estructural, cultural y directa que desde el nivel local hacen sinergia con la institucionalidad. En este sentido, la dimensión procesual del cambio al que se aspira adquiere nuevos rasgos, comprometiendo una visión y un concepto más amplio de la legitimidad, concordante con los debates y entendimientos actuales de la democracia. El cuestionamiento de la legitimidad, centrado en el Estado en abstracto, se traslada a los más diversos ámbitos y lugares del orden social que ha sido objeto de interpelación, evidenciando una liberación cognitiva (Hunt et al., 2001) en torno al reconocimiento y conciencia del cambio social desde abajo.

Segundo, los problemas durante la transición no dependen exclusivamente del Estado (gobierno central y gobiernos locales), sino también de la intervención o participación de diferentes actores sociales, políticos y económicos, en escalas locales y regionales. Por lo tanto, la atribución causal se amplía a otros actores políticos y sociales antagónicos (Gamson, 1992, 2011).

Las narrativas del marco de identidad reflejan reconfiguraciones vinculadas al contexto político (Sabucedo et al., 2017). Al respecto, se resalta la transformación de la imagen del Estado; de enemigo absoluto pasa a la representación de adversario, resultado que coincide con el trabajo de Castillo y Niño (2020). Además, el escenario de movilización del posacuerdo ha propiciado una politización de la identidad colectiva alrededor de la paz, la inequidad y la injusticia (TurnerZwinkels et al., 2017), involucrando nuevas audiencias (Klandermans, 2014; Simon et al., 2018).

En este sentido, se destaca que el repertorio promovido en el contexto de la transición sobre justicia social y valores asociados a la construcción de paz busca llegar a más simpatizantes y aliados que en los tiempos del accionar guerrillero. De esa manera, se aviva el compromiso de los participantes con el cambio social, en cuanto afirman que su deber para construir paz es con la sociedad colombiana en su conjunto y no con el gobierno de turno. Con este argumento, se recrea la politización de su identidad colectiva (Simon, 2011; Klandermans, 2014). Asimismo, sus narrativas destacan el apoyo de organismos gubernamentales nacionales y de organismos internacionales en su movilización social sin armas, tal como ha ocurrido en otras experiencias de tregua en Centroamérica (Van der Borgh y Savenije, 2019).

En el marco de eficacia se destacan tres hallazgos sobre reconfiguración de repertorios vinculados al contexto de la movilización. Primero, la capacitación y el trabajo colectivo para la reincorporación les ha permitido resistir y construir iniciativas en un entorno amenazante, avivando una eficacia alternativa (Estrada, 2020), ante programas de reincorporación individual liderados por el gobierno para fragmentar el colectivismo (Torres, 2019).

Segundo, la disponibilidad biográfica constituye una fuente de eficacia interna tanto en la guerrilla como en la transición, porque los participantes siguen siendo personas que pertenecen a grupos en desventaja (McAdam, 2017). Asimismo, se amplía en la medida en que interactúan en la cotidianidad con más actores sociales, policías, militares, funcionarios públicos, familiares, habitantes lugareños, todos ellos con condiciones sociodemográficas similares, con quienes conviven en zonas rurales, generando lazos de solidaridad, confianza y cooperación local.

Tercero, la eficacia externa se reconfigura durante la transición mediante un nuevo rol, ahora como ciudadanos que reorientan sus metas sociopolíticas en un contexto marcado por la violencia, la incertidumbre y la inseguridad.

Además, la incertidumbre que rodea la reincorporación colectiva por la falta de garantías de seguridad (ONU, 2019; CSIVI, 2020; Rojas, 2020; Ospina, 2021) y de oportunidades socioeconómicas refuerza la politización sobre la inequidad social e incrementa las demandas políticas; lo cual tiene mayor sustento si se considera que desde el punto de vista exguerrillero se cumplió con lo pactado (CSIVI-FARC/CEPDIPO, 2020b), mientras que el gobierno (actual) obstaculiza y simula la implementación (CSIVI-FARC/CEPDIPO, 2021).

Por otra parte, se advierte que los participantes experimentan emociones positivas que promueven la eficacia externa en la transición. Como el optimismo derivado del acuerdo, asumido como un avance en la difusión y práctica de sus principios (Jasper, 2011, 2018; Rico et al., 2017); junto con el orgullo que sienten por participar en este momento histórico y excepcional (Jasper, 2011; Sinha, 2020). Igualmente, la legitimidad otorgada al acuerdo constituye un logro en sí misma (Noguera, 2007).

VI. CONCLUSIONES

Los resultados evidencian que el contexto del posacuerdo permea la reconfiguración de MAC en la transición a la vida civil, en la medida en que el contenido de sus narrativas está relacionado con: a) compromiso de exguerrilleros con el acuerdo; b) cambio de gobierno veinte meses después de iniciar la implementación y c) atmósfera de polarización e intensa contienda política. En este sentido, durante el tiempo transcurrido de la implementación/2017-2019, el contenido de los MAC se reconfiguró y se amplió, evidenciando vínculos entre la injusticia, la identidad y la eficacia para cultivar una paz desde lo local. Al respecto, se destacan tres reflexiones:

Primera, la renuncia al alzamiento armado y la decisión de optar por la acción política legal aporta a la desescalada del conflicto, al descongelamiento del ethos del conflicto, contribuye al propósito de avanzar en la construcción de la paz completa y permite abrir nuevas vías para la regulación política del conflicto social y la convivencia pacífica. De este modo, se reafirma una percepción de eficacia en el posacuerdo y se fomenta una autoimagen colectiva positiva debido al estatus como actores sociales y políticos con reconocimiento institucional.

Segundo, su compromiso con la implementación del acuerdo se ha acompañado de un proceso de deconstrucción del proyecto original de la toma del poder por la vía armada hacia nuevas formas de la acción política, que, además de los propósitos más generales de democratización del orden social formulados en los documentos partidarios, se sustenta en la reelaboración de repertorios de construcción de paz desde abajo y la generación de estrategias de readecuación del acumulado histórico insurgente en función de su transición a la vida civil.

Tercero, la ampliación y la resignificación identitarias asociadas con la disponibilidad biográfica de personas pertenecientes a sectores sociales desfavorecidos, la mayor politización de la identidad colectiva y el orgullo de continuar siendo farianos sin armas recrean marcos de injusticia y de eficacia que incentivan la motivación de la acción colectiva en una atmósfera de inseguridad y de tensión política.

Los resultados de este estudio, producto de la exploración de visiones elaboradas a partir de las propias trayectorias de vida aprehendidas durante la guerra y ahora experimentadas en la reincorporación colectiva en los ETCR de Pondores y Tierra Grata, contribuyen al entendimiento de las acciones colectivas en el posacuerdo como parte de un proceso sociopolítico que puede considerarse inédito, si se tienen en cuenta las características y las particularidades de la exguerrilla de las FARC-EP. Asimismo, el estudio ofrece un aporte a la comprensión de las subjetividades exguerrilleras en procesos de transición tras la terminación de un conflicto armado, incorporando las voces de exguerrilleros de base, sin mando alguno durante el desenvolvimiento de la guerra, generalmente no escuchadas. En ese aspecto, llama la atención sobre el hecho que procesos de construcción de paz y de implementación de acuerdos no pueden ser comprendidos solamente a partir de las definiciones, diseños y ejecutorias macropolíticas, sino que también comprometen hombres y mujeres del común sobre quienes recaen las grandes decisiones, por lo tanto, sus procesos de interpretación colectiva y sus trayectorias de vida merecen toda atención. Más aún cuando es manifiesto el propósito de la movilización colectiva desde abajo.

Finalmente, queda abierta la posibilidad de desarrollar investigaciones en otros casos similares que permitan comparaciones, mediante estudios longitudinales, sobre la mediación del contexto en la continuidad y la reconfiguración de MAC en exguerrilleros en proceso de reincorporación colectiva en diferentes zonas del país y en otras regiones que enfrenten desafíos similares.

VII. REFERENCIAS

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[1]. Según el Banco mundial, el coeficiente Gini oscilo entre 0,51 en 1992 y 0,56 en 2016.

[2]. Son 226 exguerrilleros asentados en Pondores (La Guajira) y 180 en Tierra Grata (Cesar), junto con sus familiares, que llegaron posteriormente.

[3]. La «Paz con legalidad» gubernamental ha sido caracterizada como de simulación de la implementación, argumentándose que hay una enorme distancia entre el discurso gubernamental de compromiso con el Acuerdo de paz, sobre todo en escenarios internacionales, y sus ejecutorias (CSIVI-FARC y CEPDIPO, 2020a, 2021).

[4]. Comités de convivencia, administración comunal, conservación ambiental, cooperativas agrícolas, enfoque étnico, turismo, vivienda, cultura, entre otras.

[5]. La mayoría de las personas que formaron parte de la base guerrillera pertenecen a clases sociales desfavorecidas que padecen condiciones de violencia estructural, física y cultural; y provienen de minorías étnicas y campesinos.

[6]. Farianos en la vida civil simboliza continuidad en la convicción con la causa revolucionaria y que están organizados según la cultura fariana, pero enmarcados en la institucionalidad colombiana.